En
las sociedades preindustriales los procesos de transmisión de conocimientos
fueron asumidos por la Iglesia, la sociedad y la familia, pero con el
advenimiento de la era industrial, nació la necesidad de crear diversas
instituciones, encontrándose entre ellas la escuela, cuya función principal ha
sido y es la de educar a los futuros ciudadanos.
Esta educación no podría llevarse a cabo sin la lectura y su comprensión. La lectura constituye la actividad clave en la formación del alumnado por ser un instrumento básico e imprescindible de aprendizaje. Su ejercicio permanente contribuirá, sin duda alguna, a la formación integral de nuestros jóvenes, desarrollando así su personalidad. Consecuentemente, el desarrollo del hábito lector debe comenzar a edades muy tempranas, cuando se inicia el primer aprendizaje de la lectura y la escritura
Cuando
nuestros hijos o alumnos son tan pequeños que todavía no saben leer, nosotros,
los adultos podemos leerles historias o cuentos con el
objeto de despertar su interés por la magia de la lectura.
En esa línea plantearé algunas sugerencias para que padres y profesorado de educación infantil las consideren:
- Conviene empezar a leerles lo antes posible.
- Si les leemos con frecuencia, mejor.
- Interesa variar la extensión y el contenido de las lecturas.
- Cuando acabemos la lectura, es aconsejable dedicar unos minutos a comentar lo leído.
- Hemos de leer con una entonación adecuada, poniéndose en la piel de cada personaje.
- El ritmo de la lectura deberá permitir que los niños puedan formarse imágenes mentales de lo que están escuchando.
- No hay que seguir leyendo si se comprueba que
el texto que hemos
escogido no es el adecuado.
Mercé
Viana (autora de cuentos infantiles y libros juveniles de Dylar México)
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